En
numerosas ocasiones hemos oído hablar de aquellos padres, los cuáles
son reacios a que sus hijos sean vacunados, evitando así fuertes
efectos secundarios y asumiendo riesgos muy importantes para su
propio hijo.Sin irnos más allá, hace unos dos años, un niño de
seis años falleció en el hospital Vall d'Hebron de Barcelona,
tras contraer la difteria, una enfermedad infecciosa capaz, en este
caso, de provocar la muerte.Tal y como confirmó el responsable de
salud en Cataluña, los padres de este niño, fueron reacios a
vacunar a su hijo, dado que la vacuna, podía tener unos efectos
secundarios realmente fuertes.En España, la inmunización, no es
obligatoria, lo que quiere decir, que puede ser rechazada por motivos
de creencia o conciencia.Estas organizaciones antivacunas, tratan en
muchos casos de enfrentar la inmunidad natural, contra la química.Es
a los padres a quien les llegan las fuentes de información
procedentes de estas organizaciones, y quiénes deciden no vacunar a
sus hijos, bien porque tienen un total convecimiento de que las
vacunas son negativas, o simplemente porque dada la inmunidad
colectiva, es decir, dado que la gran mayoría de las personas están
vacunadas, los virus no tienen por dónde propagarse.Estos
progenitores están realmente muy informados, pero muy mal
informados, ese es el problema.Numerosos médicos españoles publican
libros en torno al peligro de las vacunas y también exponen sus
argumentos.Creo, desde mi opinión, que debemos confiar plenamente en
el método científico actual y la investigación moderna.El hecho de
que las vacunas tengan efectos secundarios es real, pero todos los
medicamentos tienen riesgos que pueden afectar a nuestro
bienestar.Debemos respetar y confiar en la autoridad de la medicina
actual, dentro, por supuesto,de unos límites.No sería correcto
tampoco obligar a esas personas a vacunar a sus hijos, ni mucho menos
encarcelarlas por ello.Esta postura puede parecer algo
contradictoria, pero realmente creo que es posible, dado que por una
parte, es impensable una sociedad que prospere sin la ayuda de las
ideas científicas y de los artefactos tecnológicos, como también
sería imposible concebir una sociedad en la que la ciencia no
adquiriera ninguna forma social.