miércoles, 4 de abril de 2018

Padres antivacunas

En numerosas ocasiones hemos oído hablar de aquellos padres, los cuáles son reacios a que sus hijos sean vacunados, evitando así fuertes efectos secundarios y asumiendo riesgos muy importantes para su propio hijo.Sin irnos más allá, hace unos dos años, un niño de seis años falleció en el hospital Vall d'Hebron de Barcelona, tras contraer la difteria, una enfermedad infecciosa capaz, en este caso, de provocar la muerte.Tal y como confirmó el responsable de salud en Cataluña, los padres de este niño, fueron reacios a vacunar a su hijo, dado que la vacuna, podía tener unos efectos secundarios realmente fuertes.En España, la inmunización, no es obligatoria, lo que quiere decir, que puede ser rechazada por motivos de creencia o conciencia.Estas organizaciones antivacunas, tratan en muchos casos de enfrentar la inmunidad natural, contra la química.Es a los padres a quien les llegan las fuentes de información procedentes de estas organizaciones, y quiénes deciden no vacunar a sus hijos, bien porque tienen un total convecimiento de que las vacunas son negativas, o simplemente porque dada la inmunidad colectiva, es decir, dado que la gran mayoría de las personas están vacunadas, los virus no tienen por dónde propagarse.Estos progenitores están realmente muy informados, pero muy mal informados, ese es el problema.Numerosos médicos españoles publican libros en torno al peligro de las vacunas y también exponen sus argumentos.Creo, desde mi opinión, que debemos confiar plenamente en el método científico actual y la investigación moderna.El hecho de que las vacunas tengan efectos secundarios es real, pero todos los medicamentos tienen riesgos que pueden afectar a nuestro bienestar.Debemos respetar y confiar en la autoridad de la medicina actual, dentro, por supuesto,de unos límites.No sería correcto tampoco obligar a esas personas a vacunar a sus hijos, ni mucho menos encarcelarlas por ello.Esta postura puede parecer algo contradictoria, pero realmente creo que es posible, dado que por una parte, es impensable una sociedad que prospere sin la ayuda de las ideas científicas y de los artefactos tecnológicos, como también sería imposible concebir una sociedad en la que la ciencia no adquiriera ninguna forma social.